El Más Maloso del Mes
Año II, Número 17 (septiembre)
Desde hace relativamente poco tiempo, las compañías de vuelo low-cost se han ido haciendo cada vez más populares entre la gente de a pie, ya que no todo el mundo puede permitirse viajar en un avión que cuente con el servicio de amables y agraciadas azafatas que te ofrecen sex... comida y bebida gratis durante un apacible y relajante viaje. Es más, no todo el mundo puede permitirse siquiera viajar en avión, por lo que muchos hemos optado casi siempre por opciones más económicas como el maletero de un coche, los bajos de un camión, la tan socorrida patera e, incluso, las colchonetas que vienen con la Mega Top.
Por este motivo, un visionario irlandés llamado Tony Ryan decidió crear una compañía que permitiese viajar por un precio más que razonable a todos aquellos despojos humanos incapaces de pagar un billete de avión de lujo. Así nació Ryanair (anteriormente llamado Freedom Airways, pero se conoce que el nombre no tenía suficiente gancho), cuyos bajos precios atrajeron a una gran masa de clientes deseosos de viajar por menos de 20 lerus si era posible, y rompiendo la prosperidad de otras compañías de la talla de British Airways.
En poco tiempo su popularidad subió como la espuma y, a día de hoy, es la compañía estrella entre la gente normal y corriente como tú (no diré como yo, porque estoy a años luz de ser normal, aunque admito que también viajo en Ryanair...) para viajar a cualquier parte del mundo. Cualquier parte del mundo que esté en su lista de vuelos, claro está.
Sin embargo, todos estos detalles que pueden parecernos chachi-piruletas así a voz de pronto, no son más que una tapadera para ocultarnos la realidad. Y es que, detrás de esa máscara de buen samaritanismo y "aquí todoh somoh amigoh, chicoh", se esconde algo perverso... tan perverso y maligno que haría vomitar al mismísimo Diablo. Por este motivo, Ryanair y, en concreto, los trabajadores del aeropuerto de Stansted, han sido elegidos como los seres más ruines, viles, despreciables e infames de este mes. Pero eso es algo que todos sabíamos desde hacía tiempo, ¿no es cierto?
Y es que, cuando compras un billete de avión con Ryanair, no sólo estás comprando un billete... ¡estás poniendo en riesgo tu vida! Bueno, a lo mejor exagero, vale, pero estás exponiéndote a pasarlas bastante putas y a que te sometan a una cantidad ingente de humillantes preguntas sobre tu equipaje, a férreos controles en los que te quitarán hasta la insulina con tal de que no pases con líquidos, a cacheos en absoluto eróticos (¡qué ignominia!) y puede que hasta te quiten esa pistola de juguete tan chachi que querías llevar a tu país de destino para gastar una simpática broma a algún dependiente de supermercado.
Pongámonos en un hipotético viaje de España a Londres; la cosa ya empieza a ir mal en tu país. Primero te compras el billete por internet para que no te salga tan caro, renunciando a seguros de viaje (diga usted que sí, cuando el avión se estrelle su viuda no verá un duro, ¡como no estaba asegurado! Aaaaah... se siente) y a la facturación de maletas. Por lo tanto, ya te expones a tener que meter el equipaje en una maleta de tamaño más bien pequeño ¡y que te quepa! Una vez que consigues cerrarla a presión y compruebas que pesa menos de 10kg (porque si no, te crujen con el ding-dong de la pasta por cada kilito extra, como a Renée Zelwegger en El diario de Bridget Jones, solo que a la inversa), llegas feliz al aeropuerto con tu billete impreso (sí, como no lo imprimas también tienes que pagar, lo dice una pobre víctima de las circunstancias) y pasas los controles asegurándote de que no te quiten el champú que cuidadosamente has metido en un bote de 100ml para toda una semana. Después te subes al avión, en el que no hace falta indicar que tienes que pagar si te rugen las tripas, colega, y llegas a tu destino. Hasta ahí, puede parecer más o menos pasable. Lo realmente horripantoso viene a la vuelta.
Cuando hiciste la maleta en tu madre patria... ¿acaso pensaste en los souvenirs que ibas a llevarte de tu excursión? ¿A que no, querido amigo? Pues más te vale echarle imaginación para colarlos en el avión, porque volvemos a las mismas, solo que esta vez, multiplicado por diez. Aquella tarde consumista en el Soho puede ser ahora tu perdición... ya sé que esos cómics te resultaban irresistibles, que la figurita de Obi-Wan parecía llamarte desde su envoltorio, que aquel LP original de los Beatles no podía faltar en tu colección, que te costó Dios y ayuda arrancarle la espada de las manos a aquel guardia tan estático... pero, ¿cómo piensas meter eso en tu maleta sin que ésta reviente o se salga del peso establecido, algo que ya será inevitable? Una solución eficaz pero incómoda es ponerte la mayor cantidad posible de ropa encima. Qué más da que parezcas un obeso mórbido con pinta de yanqui indigente, tú ve digno a la puerta de embarque y lleva en la mano los cómics: es lectura para el vuelo, nadie tiene porqué decirte nada. Pero ellos huelen el miedo... saben que escondes algo, lo presienten... da igual que pongas tu mejor cara de póquer o que con una amplia sonrisa le comentes a la amargada trabajadora del control que "problem solved" y p'alante... ellos te pararán con alguna burda excusa.
Esas desgastadas zapatillas de Morientes podrían llevar escondido algún tipo de misil nuclear, ¡quíteselas! Oiga, señorita, ese bolso de tamaño mini se considera como segundo bulto de mano. ¡Debe pagar un extra o meterla en la maleta! ¿A presión, dice? ¿Que no cabe, dice? Aquí la vamos a tener, ¿eh? La vamos a tener... ¿Qué es eso, madam? ¿El biberón del niño? ¡A otro con esas! ¡Ese crío es la viva imagen de un terrorista talibán! Me da igual que tenga ojos inocentes que imploren piedad, ¡o se lo bebe todo antes de subir o aquí la liamos gorda! ¿Qué es eso? ¿Qué lleva en ese neceser? Líquidos, ¿eh? Vaya, con las medidas de 100ml perfectamente calculadas, todo en orden... un momento, ¡ahá! ¿Le dijo usted al caballero que comprobó su billete que los llevaba encima? ¿No? Pues vuelva a hacer la cola. ¡Claro que tiene que ver! Usted lo tiene que declarar todo, ¡TO-DO! Alto ahí... ¿un bocata de jamón serrano? ¿¡Un bocata de jamón serrano!? ¡¡¡SEGURIDAD!!!
Si subes al avión sin que te pongan muchas pegas, ya es un mérito. Si consigues que no te quiten alguna cosa, por nimia que sea, eres un héroe. Si pasas sin problemas y te dicen que todo está en orden... ¡eres de los suyos! ¡A por él! ¡Que no quede ni uno!
Y es que nadie está a salvo de las garras de los trabajadores de las puertas de embarque ni de las abusivas y engañosas políticas de vuelo de Ryanair. ¿Sabíais que no se pueden llevar mascotas a bordo del avión? ¿Ni siquiera en la bodega? ¿Y si eres ciego tienes que hacer mil malabarismos para que dejen pasar a tu fiel perro guía? ¿Qué será lo próximo? ¿Cobrarle doble billete a una mujer emparazada o hacerle pagar un extra por llevar un bulto de viaje de más?
Estamos en sus manos cada vez que viajamos con ellos pero, claro, tampoco es plan de pagar 1000 eurazos por ir en un avión como Dios manda con otra compañía. Nos tienen a su merced... recemos para que, por lo menos, los aviones sigan conservando los asientos y no nos hagan ir de pie. Que el Boss nos coja confesados...