El más maloso del mes
Año II Número 11 (marzo)
Esta es la historia de un hombre. Un hombre que vivió en un lugar muy lejano hace mucho tiempo. Su nombre era Saulo Paulo. Y su pecado, querer ser distinto a los demás.
Hace unos 2000 años (día arriba, día abajo) nació en la noble ciudad de Tarso, un niño destinado a cambiar el mundo. Si para bien o para mal, aún estaba por ver. Hijo de inmigrantes judíos (¿Será la ascendencia judía un factor de maldad?), Saulo tuvo la infancia típica y feliz de todo niño del siglo I: ir a la escuela, jugar con los amigos en el foro, ayudar en casa, trabajar ilegalmente en el negocio familiar... Lo típico de la época, vamos.
Era una vida normal, con sus alegrías y decepciones, pero sin sorpresas. Saulo vivía el sueño de toda persona normal, tenía una familia normal, sacaba notas normales, tenía un sueldo normal, vivía en una casa normal, en una ciudad normal, con amigos normales. No obstante, a medida que pasaban los años Saulo comenzó a sentir la necesidad de algo más. Por ello, dejó su casa/taller y se fue de intercambio con una beca Augustus a Jerusalén a "estudiar" la Ley de Moisés. Fueron años muy instructivos, donde aprendió las cosas que de verdad merecen la pena en la vida como son comer higos con los pies o cuánta posca se puede beber antes de sucumbir a la cirrosis. Pero nada de eso consiguió acallar la llamada de romper con la normalidad, de ser distinto. Se dio cuenta de que podía aspirar a más. Él no quería tener una vida normal, segura, previsible... aburrida. Él quería dejar su huella en el mundo. Así que abandonó sus estudios e probó suerte con la música. Trató de convertirse en una rockstar, vivir por todo lo alto: dos mansiones, cinco coches, cuatro ex-mujeres... Lo intentó por todos los medios, pero todos sabemos como funciona el mundo del espectáculo, y desde la época dorada de Sócrates el rock andaba de capa caída.
Sintiéndose frustrado por lo insulsa que estaba resultando ser su vida y por las escasas ventas de su disco, buscó otra forma de conseguir fama y dinero de forma rápida. Así que trató de hacerse popular y la única forma de conseguirlo en aquella época era formando parte de alguna pandilla de rebeldes. Así fue como se unió al mayor grupo de malotes que pudo encontrar en cinco minutos en el bar del Templo, unos radicales que se hacían llamar Los Fariseo Kings. Saulo se integró extraordinariamente bien, llegando a ocupar un puesto de jefecillo de barrio en apenas unos años.
En aquella época, a falta de 2000 años para que el Señor Oscuro de la Tv inventara los reality shows, la única forma de entretenimiento popular era profetizar el Fin del Mundo. En este contexto surgió un hippy que promulgaba la paz y el amor libre y que comenzó a ganar cierta fama dentro de este mundillo profético. Con sus sermones y lujuriosas melenas, reunió un importante grupo de seguidores que pronto le aclamaron como El Elegido ("Aquel que traería el equilibrio a la Fuerza y liberaría a la humanidad de las frías garras de la 1ª Matrix"). Ante estas espectaculares espectativas de espectáculo, los espectantes espectadores pronto comenzaron a abarrotar los mítines/botellones de su amado hippy-mesías. Al poco tiempo comenzaron a apalancarse en los parques y en los baretos que solían frecuentar el resto de pandillas judías, sentándose en sus bancos y bebiéndose su posca, por lo que en segundos el conflicto estaba servido.
Saulo (verde de envidia y de indigestión, aunque eso no viene al caso) y su pandilla pronto encabezaron una guerra de bandas contra los hippies-fuma-verde. Fueron años felices para Saulo, pues por fin sentía que estaba haciendo algo grande, algo que de verdad merecía la pena: Defender el barrio contra la invasión de los Ballas... digo de los hippies.
Tres años después, la guerra de bandas se dio por finalizada al conseguir acabar con el Hippy-jefe, gracias sobre todo a la intevención de los picoletos romanos. A pesar de esto, un Saulo ansioso de gloria y fama, se ofreció voluntario a continuar con la caza de los hippies supervivientes de la guerra de bandas, tarea en la que se destacó honrosamente de entre sus hermanos pandilleros. No obstante el Hippy-jefe aún no había sido vencido pues, al igual que Sauron, su energía vital permanecía intacta, permitiéndole aparecerse aleatoriamente en los momentos y lugares más inoportunos, cual Bigfoot en espacios desenfocados o nieblas.
Viendo como Saulo ganaba más y más prestigio entre los pandilleros, a costa de las vidas de sus hermanos hippies, el hippy-jefe decidió tenderle una trampa y darle un escarmiento bíblico. Por desgracía el hippy-jefe iba tan pasado que lo único que se le ocurrío fue asustar a Saulo para que dejara de perseguir a su gente, para lo que tuvo la feliz idea de lanzarse a mitad del camino e intentar parar el caballo de Saulo con "el poder de su mente". Las consecuencias fueron obvias: Un fantasma colocado soplando en el control antidrogas de la legión y exclamando "¡Pim Pam toma lacasitos!", un caballo con fractura cervical y crísis de ansiedad y un Saulo con conmoción cerebral y muy mala leche.
Tras el aparatoso accidente de tráfico a las afueras de Damasco, en el que según Saulo: "(...) el espíritu vengativo del hippy-punky-perro-flauta ese se tiró delante de mí (...) Se lo juro agente, que se me lanzó delante del caballo. (...) Y ahora quién me va a pagar las reparaciones del caballo ¡¿el Espiritu Santo?! Mire cómo me lo ha puesto todo de ectoplasma ¡Qué desastre!(...) ¡Que yo no lo atropellé, que fue él! ¡Mírelo, pero mírelo! Si se está riendo el muy... ¡Yo te mato! ¡TE MATO!".
Para desgracía de Saulo y regocijo del hippy fantasma, Saulo perdió 12 puntos del carnet, tuvo que pagar una indemnización al Espíritu Santo de 12.000 SEXtercios por daños morales y finalmente acabó pasando 8 meses en el Penal de Damasco tras demostrarse "milagrosamente" (según los testigos) que en el momento del accidente, era él y no el hippy quien galopaba a lomos del caballo blanco y no, no nos referimos al animal.
Fueron los peores días de su vida. Abandonado incluso por sus hermanos pandilleros, una vez estos se aseguraron de que no iba a soplar nada, Saulo se hundió en un abismo de oscuridad y dolor. No obstante, noche tras noche, mientras trataba de liberarse del amoroso abrazo de su compañero de celda, Saulo iba planeando milimétricamente su venganza. Cuando por fin pasaron los 8 meses, el hombre que salió no era el mismo que había entrado. Saulo se había transformado en un ser que solo vivía por y para la venganza. Se dejó greñas y barba, cambió su forma de vestir y de hablar. Se olvidó de todo: de sus sueños... del sabor del pan, la melodía de los árboles, la caricia de la brisa. Olvidó hasta su propio nombre. A partir de entonces el mundo le conocería como Pablo (o Pablo-San en Japón).
Únicamente motivado por sus ansias de venganza, Pablo dio un golpe magistral de traición a dos bandas abandonando a sus ex-hermanos fariseos, no sin antes despedirse de ellos según mandaba la tradición del lugar, y pasando directamente al núcleo de su plan de venganza: Destruir la obra del fantasma hippy y utilizar a su gente para Dominar el Mundo y sembrar el caos.
Pablo se infiltró dentro del grupo de los hippies y procedió a subir dentro del escalafón. Alegando haber sido elegido directamente por el fantasma hippy para promulgar sus enseñanzas, los hippies le aceptaron alegremente y Pablo pronto fue alzado como segundo al mando de la comuna. Así, porque sí, a pesar de haber perseguido y matado a la mitad de ellos, pero bueno tampoco se puede esperar mucho pensamiento crítico de unas mentes aplatanadas por el continuo consumo de "cositas mágicas que te hacen ver colorines".
En cualquier caso, Pablo poco a poco fue ejecutando su plan a las espaldas de la comunidad hippy. No obstante, no todos los cerebros hippies estaban reblandecidos. Pedro-San, el otro líder de la colonia, descubrió los siniestros planes de Pablo. Y en lugar de tratar de ponerles fin chantajeó a Pablo y le obligó a incluirle en su maléfico plan de Dominio del Mundo. Al cabo de unos años, ya con Pedro como líder político del movimiento y Pablo como el teórico en la sombra, definitivamente cosiguieron cambiar por completo las ideas originales del fantasma hippy, destuyendo su obra por completo e inventándose nuevos principios. Fue entonces cuando Pablo se sintió lo suficientemente seguro como para decidirse a iniciar la conquista del mundo. No obstante ninguno de los dos vivirían para ver su obra completa ya que gracias al newfag de Nerón, Pablo acabaría siendo permanentemente baneado mediante la espada. A pesar de esto, no estéis tristes por Pablo-San, pues él murió feliz, ya que había conseguido lo que siempre había querido: dejar su huella en la historia y vivir una vida totalmente anormal. Además no debemos olvidar que al final sí acabó Dominando el Mundo, trescientos años despúes, pero mejor tarde que nunca.
Por todo ello San Pablo es nuestro Más Maloso del Mes. ¡Enhorabien!