Crítica: Réquiem por un sueño (2000)

 

Por John Karra

Título original: Requiem for a dream

 

Dirección: Darren Aronofsky

 

Guión: Hubert Selby Jr. (autor de la novela original)

 

Intérpretes: Jared Leto, Ellen Burstyn, Jennifer Connelly, Marlon Wayans.

 

Crítica:

 

Sin duda una película emblemática en su tema, “Réquiem Por Un Sueño” se convirtió rápidamente en una película de culto. Y no es para menos. Antes de meterme con la historia, debo decir que es una película con estilo; me refiero a que uno de los aspectos que enganchan desde el principio es su estética, pues bien conoceréis las famosas imágenes que se suceden rápidamente cada vez que los personajes consumen: pupilas dilatándose, jeringuillas llenándose, heroína burbujeando… Las escenas de cada historia van separándose pero al mismo tiempo sucediéndose con mayor velocidad hasta alcanzar un ritmo frenético. Estas historias que forman la trama son las vidas de cuatro personajes que encuentran su punto de unión en uno de ellos: Harry Goldfarb, interpretado por Jared Leto; aunque solamente había visto al actor como digno secundario en películas como “El Club de la Lucha”, “American Psycho” o “Inocencia Interrumpida”, defiende bien su rol protagonista como el joven con grandes planes de futuro que es Harry. Los otros tres ejes de la historia son su madre, Sara (encarnada por Ellen Burstyn, a quien su trabajo le valió una merecida nominación al Oscar), su novia, Marion (Jennifer Connelly, una de las que peor me lo hizo pasar) y su mejor amigo, Tyrone (un Marlon Wayans que sorprende tras haberlo visto sólo como Shorty en “Scary Movie”). No daré detalles sobre la trama, aunque os imaginaréis por dónde van los tiros; lo interesante, sin embargo, es cómo a partir de un mismo tema cada vida gira en una dirección diferente, llamando especialmente la atención la inusual e impactante historia sobre Sara, madre del protagonista.

 

No es necesario decir que no se trata de algo agradable de ver, ya que obviamente es duro y chocante, pero esa no es razón para no recomendarla. Quienes me conocéis bien sabéis sobre mi extraña fascinación por el mundo de la heroína y mi simpatía por los jóvenes yonkis; ciñéndonos exclusivamente al tema de las drogas, debo decir que me gustan las películas que dan una de cal y otra de arena (tal vez por lo cual me gustó más “Trainspotting”) en lugar de las típicas moralinas que parecen decir “no toméis drooooogas… las drogas son maaaaalas…”, aunque este drama le llega a una a la patata cuando se les coge cariño a los personajes. No me quedo sin hacer mención a su archiconocida banda sonora, a cargo de Clint Mansell e interpretada por Kronos Quartet, cuyo tema “Lux Aeterna” se ha convertido, al igual que la cinta, en tema de culto llegando a haber sido remezclado para otros filmes y tráilers como “El Señor de los Anillos: Las Dos Torres”; y es que la intensidad de esa dramática música de cuarteto de cuerda, junto con la espiral de imágenes tomando velocidad a medida que se acerca el final es lo que le da a la película esa marca inconfundible que ayuda al espectador a sentirse aún peor con lo que ve (en el buen sentido). Resumiendo, lo que podría haber sido una típica historia con un trasfondo puramente moralista de los que ponen a la chavalería en el instituto ha sido llevado con dignidad para convertirse en una cinta emocionante y memorable.

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