Título original: Los ojos de Julia

Dirección: Guillem Morales

Guión: Guillem Morales y Oriol Paulo

Intérpretes: Belén Rueda (el tándem Julia/Sara), Lluís Homar (Isaac, el marido de Julia, un psicólogo ilógico), Julia Gutiérrez Caba (Lola, la vecina ciega), Pablo Derqui (el hombre "invisible"), Francesc Orella (el inspector, un tipo bastante inepto), Joan Dalmau (Créspulo, el único personaje masculino que merece la pena en toda la peli).

Crítica:

Antes de comenzar con la crítica, me gustaría que quien vaya a leerla se despoje de todo tipo de prejuicio contra el cine español, algo bastante común, por desgracia, entre el público más joven. No pretendo comenzar un debate sobre el tema, ya que a estas alturas resulta más cansino que una conferencia sobre empirismo ontológico impartida por David Lynch, pero es que ya estoy hasta las narices del más que común (e hiriente) comentario de "bah, otra españolada". Por eso, métanse la frasecita por donde les quepa y vamos a lo que vamos.

El director y guionista Guillem Morales vuelve a traernos una historia de intriga y suspense desde que debutara con la angustiosa "El habitante incierto" en 2005. En esta ocasión, se rodea de un elenco de actores estupendos encabezados por Belén Rueda, quien parece querer consagrarse como estrella del cine de terror español desde su increíble interpretación en "El orfanato" que le valió la nominación al Goya en 2007, y Lluís Homar, que últimamente no hay quien lo pare en el cine ("Los abrazos rotos", de Almodóvar, "Pájaros de papel", de Emilio Aragón...) ni en la televisión, donde triunfa con la serie "Hispania", en la que interpreta al pretor Galba, el malo maloso más cruel y bastardillo de toda Roma (anda que sólo falta que un rayo recorte su silueta entre tétricas y estridentes carcajadas).

Ambos actores interpretan a una pareja, Isaac y Julia, que se ve repentinamente sorprendida por el suicidio de Sara, la hermana gemela de Julia (¿para qué complicarse? ¡Belén Rueda con peluca!), quien comparte con ella una enfermedad degenerativa que provoca la pérdida progresiva de la visión. La policía admite enseguida la teoría del suicidio, ya que piensan que Sara no pudo soportar su ceguera y por eso se quitó la vida, pero Julia cree que hay algo más detrás de su muerte, algo misterioso y siniestro... a partir de ahí comienza una investigación por su cuenta que, en el más lógico de los casos, contaría con el apoyo de su marido pero nooooo, claro que no. Es más fácil negar la evidencia, como todo buen personaje secundario de una peli de miedo. Es en ese tipo de detalles en los que "Los ojos de Julia" falla, cayendo en los tópicos más absurdos del género de terror y de suspense: policías incrédulos e ineptos, maridos sobreprotectores que niegan hasta que la composición del agua es H2O, personajes que hablan con graaaandes... pausas... entre... palabra... y... palabra... para... darle... tensión... al... asunto..., etcétera.

Además, conforme la historia avanza, los guionistas quieren dar tantos giros inesperados para no caer en lo predecible que consiguen justo lo contrario, dejando una sensación bastante frustrante de "puñetas, ya me lo veía venir".

Sin embargo, cuenta con varios puntos a su favor que hacen que el espectador se olvide por momentos de los fallos, como la excelente fotografía, con una combinación de luces y sombras que nos sumergen de lleno en las sensaciones que experimenta Julia conforme va perdiendo la vista, sin necesidad de caer en la completa oscuridad. Todo se percibe, pero no se ve; los rostros permanecen ocultos en la sombra, los objetos juegan malas pasadas... en definitiva, un excelente ejercicio cinematográfico que logra transmitir esa sensación de inquietud que requiere la historia.

Por último, cabe destacar también la interpretación de Belén Rueda, que lleva prácticamente todo el peso de la película a sus espaldas con una fuerza increíble. En mi opinión, una gran actriz que ha conseguido el salto de la televisión a la gran pantalla sin estrellarse y con dignidad.

Así que, si os estáis planteando ver "Los ojos de Julia" os animo a que lo hagáis, ya que es bastante recomendable pese a algunos de sus fallos de guión que, creo yo, se deben a que Guillem Morales necesita un poquito más de experiencia (recordemos que es su segunda película y todavía flaquea en los mismos puntos que en la primera).

En definitiva, igualico que las manzanas de mi pueblo: verdes están ricas, pero maduras están mejor.

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