Crítica: El séptimo sello (1957)

 

Por HoJu

Título original : Det sjunde inseglet

 

Dirección: Ingmar Bergman


Guión: Ingmar Bergman


Intérpretes: Max von Sidow (Antonio Block, el caballero atormentado), Gunnar Björnstrand (Juan, el escudero más dicharachero), Nils Poppe (José, el comediante alucinado), Bibi Andersson (María, la suecaaa comedianta), Bengt Ekerot (¡Aah... la Muerteee!), Gunnel Lindblom (la suecaaa callada), Åke Fridell (Plog, el herrero calzonazos), Maud Hanssom (la suecaaa bruja)

 

 


Crítica


Suecia. 1957. Blanco y negro. Ingmar Bergman. Todos los elementos para ser una aburrida obra maestra, diréis, de esas con tres horas de metraje existencial y planos eternos.


Bueno, en parte sí y en parte no. Sí, es una obra maestra, y sí, es existencial hasta decir basta. Y sí, quizás sus 95 minutos se hacen más largos de lo que son, es lenta y densa como comer un cocido, pero nunca aburrida, y como el cocido, deja un excelente sabor de boca. Sus diálogos son ingeniosos, dramáticos y profundos, pero a veces rebosantes de ironía y de un humor trágico y angustioso, que te congela la sonrisa en la cara, porque al fin y al cabo, estamos ante un dramón existencial. Los personajes son épicos, con especial mención del escudero Juan y de la Muerte, por supuesto, que merecerían ser personajes ilustres.


Y poco importa que en el siglo XIV ya no hubiera Cruzadas en Tierra Santa como de la que se supone que regresan el caballero y el escudero. O que nadie muere de peste en una tarde, como si le fulminara un rayo. Bergman no pretende hacer una película histórica, ni siquiera fantástica, sino plasmar sus propias obsesiones y pajas mentales sobre la muerte, Dios y la madre que los parió. Y aun así, la atmósfera medieval, BRUTAL y tenebrosa casi se palpa, como cuando aparecen esos flagelantes quemando incienso, azotándose y entonando cánticos. Así que al final, aunque las obsesiones de Bergman te la suden, disfrutas de un peliculón. Y si te pones a profundizar en sus mensajes, ya ni te cuento. No te cuento porque yo no lo he hecho, no mucho desde luego, y esta web tampoco es el sitio para extenderse en ese particular. Pero, haciendo de nuevo una analogía con el cocido, esta película también requiere una digestión pesada si quieres analizarla al completo.


La historia es de sobra conocida: Antonio Block, un caballero cruzado, serio y con una crisis de fe, vuelve a su Suecia natal en pleno auge de la Peste Negra, acompañado de su escudero, un pasota, ateo y cachondo que compone canciones frívolas por el camino. Como dato curioso, y como muy bien apuntó Mace Windows, no cuesta ver en estos dos personajes un paralelismo con los más modernos personajes de la serie Roma, Julio Voreno y Tito Pullo, especialmente el último que parece una reencarnación romana del escudero Juan. Si hasta se dan un aire físicamente.


Sin saber muy bien cómo ni por qué, el caballero se encuentra con la Muerte y la reta a una partida de ajedrez en la que se juega su vida. Más inexplicablemente aun, la Muerte acepta. Supongo que su trabajo es bastante aburrido, sus clientes no deben darle mucha conversación habitualmente. No creo que sea un gran spoiler decir que una partida con la Muerte no se puede ganar, y el caballero lo sabe pero solo espera hacer tiempo para conseguir respuestas a su angustia vital, que es la misma de Bergman: el sentido de la vida, de Dios, etc. Casi nada.

 

Entre jugada y jugada, Block sigue su viaje y nos plasma un mural de toda la cultura macabra del siglo XIV (lo sé bien, hice un trabajo sobre el tema): las Danzas de la Muerte, los flagelantes que se mortifican al grito de "arrepentíos pecadores", la quema de brujas... A la pareja se le unen una serie de personajes a cual más raro: una chica a la que salva Juan y que parece la antepasada sueca de Bob el Silencioso; una familia de comediantes ambulantes, formada por José, un tontolhaba con unas mallas que no dejan nada a la imaginación y que tiene visiones místicas,  su esposa María y su hijo que no, no se llama Jesús, sino Miguel; un herrero calzonazos y llorica llamado Plog al que su mujer se la pega con el director de la compañía de actores, etc.


A medida que avanza la partida, Block se va desesperando ante la cada vez más evidente falta de respuestas, de pruebas de la existencia de un más allá y de un Dios que escuche sus preguntas. Como dice Juan, vive, y cuando llegue tu hora, trágate los cojones que se te han puesto de corbata y mira a los ojos a la Nada. No tendrás el falso consuelo de la salvación pero al menos te queda la satisfacción de saber la verdad.


¿O no? Desde luego, Ingmar Bergman no quedó satisfecho con el consejo de su personaje y siguió con la picha hecha un lío, como lo demuestran películas como esta. En cualquier caso, el 30 de julio de 2007, de una forma o de otra, lo averiguó, o eso espero. Jaque mate. GAME OVER.

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Comentarios: 2
  • #1

    Mace Windows (jueves, 18 marzo 2010 22:26)

    Cojonuda, pero... demasiado spoliler, creo yo.

  • #2

    Repolocho (viernes, 19 marzo 2010 17:39)

    Han tenido 53 años para verla, ¡que hubieran espabilado!