Crítica: 2001: Odisea en el Espacio (1968)

 

Por Repolocho

Título original: 2001: A Space Odyssey

 

Dirección: Stanley Kubrick

 

Guión: Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke (basados en el relato corto de éste último, "El centinela")

 

Intérpretes: Keir Dulleal (el astronauta David Bowman), Gary Lockwood (el astronauta Frank Poole), William Sylvester (doctor Heywood Floyd), Daniel Richter, Leonard Rossiter, Margaret Tyzack, Robert Beatty, Sean Sullivan, Douglas Rain.

 

Crítica

 

Existen miles de críticas sobre esta película en todo el mundo, ya sea alabándola o poniéndola a caer de un burro (algo parecido a lo que ocurre con El árbol de la vida, de Malick), pero yo creo que la mejor manera de definirla son tres sencillas palabras: rara de cojones.

 

Si bien es cierto que 2001: Odisea en el Espacio es uno de los grandes clásicos de la historia del cine, también hay que reconocer que es una película bastante difícil de ver. Bueno, difícil no sería la palabra adecuada. Digamos que hay que tener un poco de paciencia cuando llegan los últimos quince o veinte minutos finales. Tener paciencia o inflarte a esnifar cristal, una de dos, porque tela marinera. No es que esté poniendo en duda, ni mucho menos, que Kubrick le echó un buen par a la hora de realizar el film en 1968 (justo un año antes de que el hombre llegase a la Luna) con una rigurosidad científica nunca vista hasta entonces y unos efectos especiales que no han envejecido en absoluto, pero una cosa es expresar una metáfora en imágenes y otra muy diferente es grabar una verdadera ida de olla.

 

El argumento en sí no es muy complicado, dividiéndose el film en tres partes: el amanecer del hombre, el viaje a la Luna y la misión a Júpiter. La primera muestra la vida de un grupo de primates (posiblemente ya fueran Homo erectus) y su día a día, hasta la extraña aparición de un monolito negro de forma rectangular perfectamente pulido ante el cual sienten miedo y fascinación. Tras este suceso, la mentalidad del grupo cambia; ahora empiezan a utilizar herramientas como el hueso y son capaces de enfrentarse a otros grupos que vengan a atacarlos. Hay una elipsis temporal (la más larga de la historia del cine) y aparecemos ya en la segunda parte, en plena "odisea" espacial. El doctor Heywood Floyd viaja a la Luna, donde parece ser que se ha hecho un descubrimiento impactante; en este momento una sensación de suspense invade al espectador y más aún cuando se observa el chocante hallazgo lunar. La tercera parte, unos años después, muestra a un equipo de astronautas que han sido enviados a Júpiter a realizar una misión secreta. A bordo de la nave hay un equipo de tres científicos en estado de hibernación (tal cual), dos astronautas, David Bowman y Frank Poole, y el ordenador HAL 9000, un cacharro la mar de "simpático" que ha tenido una repercusión posterior impresionante (a veces hasta en basuras como ésta), así que si menciono que el trasto se vuelve loco y ataca a sus tripulantes no estoy espoileando nada que no hayamos visto una y mil veces.

 

El caso es que, tras una serie de acontecimientos, Bowman consigue apagar a HAL 9000 y continuar la misión, pero entonces viene lo que podríamos denominar como "la guinda final". Si bien la película se ha ido desarrollando coherentemente (y a ritmo lento, todo hay que decirlo), ahora todo cambia de una manera radical. Pero tal cual. De pronto, una sucesión de colores, formas y luces inundan la pantalla y... ya está. Hay muchos colores. Y muchas luces. Y colores... y luces... y más colores... y todo se mueve rápido... y luego hay más luces y colores... y después de un rato recuerdo que me empezó a dar una migraña terrible y tuve que cerrar los ojos hasta que la cosa paró para mostrar una habitación enorme de decoración neoclásica en la que el astronauta Bowman se va viendo a sí mismo cada vez más viejo. Y luego, un feto enorme sobrevolando el planeta Tierra. Y ya.

 

Ya está, se acabó. ¿Sentido? Ninguno. Si lo tiene, la gente se sigue preguntando hoy en día cuál puede ser y existen cientos de páginas web con teorías de lo más variopintas. ¿Se quedó Clarke sin ideas cuando escribió el relato corto? ¿Fue incapaz, junto con Kubrick, de pensar en un final más o menos lógico? ¿Se pasaron de la raya, como Amy Winehouse? ¿Estaban tratando de escurrir el bulto? ¿Acaso Kubrick y Clarke fueron los pioneros en sufrir el "síndrome del guionista de Perdidos"? Mi conclusión es que se mezcló todo un poco. Si tenemos en cuenta que la época en la que se realiza la película, no me extrañaría que estuviesen hasta las cejas de grifa.

 

Aun así, es recomendable verla, aunque sea para comprender las múltiples referencias y homenajes que se han hecho sobre ella y, qué demonios, para contemplar la majestuosa sucesión de imágenes y música que convierten a 2001: Odisea en el Espacio en una de las mayores obras maestras del séptimo arte. Eso sí, una obra maestra muy "marciana", en todos los sentidos.

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