19/12/2011

Estamos en el año 2011 después de Jesus Raptor. Toda la comunidad de gamers está ocupada por las videoconsolas… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles jugones de PC resiste todavía y siempre al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de dependientes descerebrados de las tiendas de videojuegos, que tiemblan cada vez que uno de estos irreductibles, refractarios al consolismo, entra en el establecimiento y grita "¡¿Dónde están los juegos de PC?!".

Este es nuestro enigma de hoy, niños y niñas. ¿Qué pasa en las tiendas de videojuegos de un par de años acá? ¿Dónde han ido a parar las estanterías de juegos de PC? ¿Qué epidemia informática, qué hado siniestro, qué peregrinación de DVDs los impulsa a abandonar sus baldas? El caso es más preocupante de lo que parece: los juegos de PC en formato físico están en peligro de extinción en las tiendas españolas, como indica este gráfico, elaborado a partir de mis observaciones de campo en una capital de provincia cualquiera.

A simple vista es evidente que los nichos ecológicos de los pacíficos juegos de ordenador han sido ocupados violentamente por especies depredadoras de reciente introducción que, como plaga de eucaliptos, han desplazado a los juegos autóctonos. Estas especies destructoras son viejas conocidas de TIM, que ya advirtió hace tiempo de su peligrosidad si se las deja campar en libertad por las áreas protegidas de nuestras tiendas y de nuestros hogares: se trata de (chan-chaan)... las consolas de última generación (CHAAN!)... Sí, lo sé, el link de hace dos líneas se ha cargado el clímax; da igual, no pienso cambiarlo. De todas formas, ya quedaba claro en el gráfico. Definitivamente, no se me da bien el suspense.

En fin, esto no es lo más terrible: es la ley de la selección natural y del mercado. Pero la sensación para el jugador de PC que suda de las consolas es angustiosa. Antes, en los buenos tiempos, se sentía seguro y libre recorriendo los estantes, simplemente echando un vistazo a los estrenos,  escuchando la recomendación del dependiente, chequeando con ojo de lince las ofertas, en busca de esa ganga que le espera solo a él... sintiéndose como en casa.

Pero, a medida que ve cómo las carátulas conocidas son sustituidas por el último "practica la vergüenza ajena con Wii" y cómo sus juegos de PC van siendo arrinconados a la esquina más recóndita y polvorienta del establecimiento (la que suele usarse para amontonar las cajas que no caben en la trastienda), siente que ese entorno seguro y agradable del pasado se vuelve por momentos hostil y ajeno. Donde antes había simpáticos chavales solo ve canis que se pelean como mandriles por un ejemplar del último FIFA. Parece que los juegos de videoconsola le miran mal mientras se abre paso entre ellos. La sensación es de opresión, casi de amenaza, como la de quien se adentra en el bosque de Fangorn sabiendo que no es bien recibido... el mal karma campa a sus anchas. Uno se siente un paria, un marginado, un...

... Sí. Eso mismo. Y si te atreves a llegar al ghetto donde se apiñan desordenadamente los superviventes y se te ocurre preguntar algo, lo más probable es que el dependiente te mire con cara de no saber lo que es un PC.

Vale, me estoy poniendo muy dramático, cuando la explicación a todo este enigma es tan sencilla como que cada vez se venden menos juegos en formato físico y más online, a través de plataformas como Steam, que te salen  cada dos por tres con ofertas BRUTALes y descuentos del 50% o el 75%. Que sí, es muy cómodo y barato, pero... se pierde el encanto de las cajas y los manuales... Y además, ahora que en las tiendas no hay nada para mí, no tengo nada que hacer cuando tengo que esperar una hora a que llgue el autobús. Y esa es la razón de que haya redactado parte de esta noticia usando la wifi de la estación.

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