20/5/2011
El último país de la región en sumarse a esta ola de protestas y revueltas ha sido nada menos que España. La noticia no deja de ser inesperada, ya que es sabido lo difícil de movilizar al pueblo español por algo que no haya ocurrido en un estadio de fútbol.
En cierto modo la situación en España es peor que en el resto de países africanos que se han rebeleado en los últimos meses: es cierto que de momento aquí no hay tiroteos con AKs ni bombardeos de la OTAN, pero las protestas son mucho más desesperadas. En una dictadura moruna estándar, te manifiestas contra el gobierno y ya, pero en este terruño nuestro, si te manifiestas contra el gobierno y por casualidad lo echas abajo, ¿qué te queda? ¿la oposición? Pues estamos listos. Así que puestos a manifestarse, que les den por el saco a todos.
El llamado movimiento de los Indignados o del 15M (nombres bastante sosainas, podrían haber pensado algo con más gancho como la Liga de la Justicia, la Orden de los Pobres Caballeros del INEM, o los FFFFUUUUU Fighters) parecía que iba de coña, convocado esponténeamente (sic, por contradictorio que suene) a través de redes sociales como si fuera un macrobotellón. Pero coño, parece que van en serio. Por ahí andan de acampada en las plazas más céntricas de las ciudades españolas, como boy scouts pero en plan cutre y con antidisturbios. Quizás lo del botellón no sea tan descabellado después de todo, que protestar con la garganta seca es muy duro.
¿Llegaremos aquí a los índices de despiporre del resto de hermanos norteafricanos? Cualquiera sabe, pero el domingo hay elecciones y el sábado se preven hostias de todos los colores para que los manifestantes desalojen y no anden líandola en la jornada de reflexión (aunque los que tendrían que reflexionar sobre el sentido de sus vidas son los políticos, no los votantes).
A estas alturas os estará sonando raro este rollo africanista, y os parecerá un deleznable y escandaloso acto de afrancesamiento por mi parte dar crédito a eso de que "África empieza en los Pirineos". Pero hay que reconocer que los franceses saben mucho de África. De África y de rendirse, pero sobre todo de África. Al fin y al cabo fueron dueños de la mitad. Además, en Europa somos unos pringados, el hazmerreir del continente. Sin embargo, en África... allí seríamos los reyes (con permiso de Best Sudán). Y nuestros políticos se sentirían como en casa: corruptos, cleptócratas, nepotistas... tenemos tanto en común. Hasta podemos acogernos al victimismo postcolonial: ¡Fuera de Gibraltar, hombres blancos!
Aceptad la evidencia: somos tan africanos como la malaria. Pero ¡hey!, mejor que en Europa no se enteren, que lo de viajar sin visado ni pasaporte está muy bien.
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