Como viene siendo costumbre, la tradicional "Repolochada Jalogüinesca" tuvo lugar un año más sorprendiendo a muchos debido al inesperado giro de acontecimientos que se produjo en un corto espacio de tiempo. Y es que, por problemas técnicos y de asistencia (si no es de gusto tener que enfrentarse a un mastín de 80kg, aun a riesgo de ser devorado, imagínense tener que huir de dos...), Repolocho se vio obligada a suspender, en un primer momento, tan esperado festejo, dejando con cara de gran disappointment a quienes ya habían preparado los pertrechos de batalla.

Sin embargo, como no hay mal que por patada en los cojones no venga, una serie de ideas geniales comenzaron a bullir en la cabeza del repollo: durante tres años la sede de la Repolochada había sido una casa abandonada (a.k.a. la alegre "casita de Margaritina") pero, por problemas de derrumbe inminente se hubo de trasladar al bajo de la casa de Repolocho, guardado por una temible bestia del Averno, el mastín Arnold (alias "Terminator") que este año contaba, además, con refuerzos: la adorable cachorrita de 60kg Niebla, un ser capaz de matar a lametones a todo bicho viviente. Así que, ¿por qué no ir más allá? ¿Por qué no probar nuevas y aterradoras experiencias para tener el subidón de adrenalina que tan peculiar noche requiere? Estaba decidido: este año, la Repolochada se celebraría en el lugar más recóndito, sucio, maloliente e inhóspito del planeta tierra: la Caverna del Troll.

A pesar de que en ciertos momentos las intrépidas exploradoras temieron por sus vidas, consiguieron, cual antropólogas pellonescas, integrarse entre semejantes bestias aceptando la conocida hospitalidad troll, que proporcionó bebidas rituales (también conocidas como vodka con zumito "chumochol"), bizarras danzas tribales y la base de su alimentación: una extraña torta redonda conocida como "llama al telepi". Aun así, hubo que lamentar una luctuosa baja: la (in)consciente Lachéi se dejó llevar por un exceso de confianza muy poco "pofesioná" (al fin y al cabo, la pobrecica es de magisterio) y su cuerpo no fue capaz de aceptar la mezcla líquida. Esto nos ofreció, sin embargo, dos descubrimientos reveladores acerca de la anatomía troll: el primero es que su cuerpo está compuesto por un 80% de alcohol, siendo prueba de ello la liquidación de tres botellas de vodka en dos noches consecutivas. El segundo es que, a medida que el nivel de alcohol supera esa tasa, pueden llegar a mantener conversaciones de temas tan diversos como literatura contemporánea del siglo XX, filmografía hispanoamericana, la conversión de San Agustín de Hipona por Ambrosio de Milán o "¡joder, qué tetas!"

El resto de la noche transcurrió sin incidentes de mayor importancia, ya que los dos trolls estaban demasiado ocupados con sus danzas rituales de virilidad, lo que permitió a las dos supervivientes, Luque y Repolocho, disponer de algunos momentos de tranquilidad. Lo último que sabemos es que el "Troll alfa" quedó en su guarida en compañía de Repolocho mientras que, el "Troll beta" salió de la caverna a altas horas de la madrugada cargando con el cuerpo de Lachéi y discutiendo sobre metodología neokantiana con Luque.

En definitiva, una "Repolochada Jalogüinesca" digna de mención, repleta de emociones fuertes, experiencias demenciales, música, bailes, comida (mmmm... y magdalenas...), ingentes cantidades de vodka capaces de tumbar al mismísimo Boris Yeltsin y pelo, mucho pelo... ¡pelo por todas partes!